Balcones empáticos

24/03/2020

Este es el segundo martes que no hay programa nuevo de La línea del cielo. Hay voluntariado de barrio y personas imprimiendo respiradores en sus impresoras 3D de casa. Pero a mí casi todo lo que leo me recuerda al privilegio y lo poco conscientes que muches somos de tenerlo.

El privilegio de quien tiene una casa con jardín, incluso un piso con balcón o un piso con varias habitaciones. El privilegio de tener luz natural o un espacio para hacer ejercicio. El privilegio de tener ordenador, tablet o varios teléfonos en una familia de varios miembros. El privilegio de quien tenía un trabajo y lo seguirá teniendo.

Muchas de estas personas olvidan que hay quien no tiene casa, que con suerte no la pillan esos supuestos veladores de la seguridad con sirenas (a la que muches aplauden) y se ríe de ella o directamente le pega una paliza.

Hay quien ni tendrá ERTE porque trabaja cuidando y le dan el dinero en mano semanalmente.

Hay manteros y personas que viven de la venta ambulante que se quedan sin ingresos por tiempo indefinido.

Hay quien convive con su o sus maltratadores o que añade a sus problemas mentales el confinamiento.

Y no sólo esas personas privilegiadas no se dan cuenta de su privilegio sino que hay quien se dedica a juzgar a las que salen. Autistas, personas con ansiedad, discapacitadas, con agorafobia, que trabajan... tienen permiso para salir de casa y desde los balcones se les insulta o se les tiran huevos.

Otres proponen a un Princesa de Asturias que debe dinero al Estado.

Personas mayores sin Internet claman por poder ver algo en la tele a parte de amarillismo y coronavirus.

De otras coronas para qué hablar.

Dicen que acontecimientos como estos cambian la visión del mundo de varias generaciones, solo espero que sea verdad y asome la empatía a los balcones.


Photo by Elena Taranenko on Unsplash

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