Katy Keene

Para que voy a engañarles, por mucho audiovisual que haya estudiado hay géneros que no se consideran la creme de la creme pero a los que recurro con cierta asiduidad, las series de adolescentes e institutos son uno de ellos. 

No sé qué tienen esos clichés, esa supuesta época donde todo es posible y el amor es tan fácil que me ayudan a sobrellevar mi realidad. Ese sueño americano que tan consciente soy que es una trampa en la vida real en las series a veces me fascina, me encanta ver adolescentes exitosos que irán a Yale y Harvard porque por muy mal que les haya ido el curso, todo se arregla al final. 

Con este espíritu me uní a Katy Keene, una adolescente que quiere ser diseñadora de moda y a la que su sueldo de dependiente le da para pagar una habitación en Manhattan. 

Le acompañan un amigo gay con una personalidad encantadora que también es Ginger, una diva drag, una fabulosa redactora bisexual de ascendencia noble y la aspirante a cantante negra que acaba de llegar de Riverdale. 

Lo que al principio pareció un pastelón más da paso a manifestaciones LGTBQA+, mujeres que dejan enfrentamientos a un lado a pesar de no ser amigas para mejorar juntas o personas que reconocen sus errores y bajones sin vergüenza. 

Me da una alegría infinita que las series mainstream empiecen a cambiar según que patrones para incluir más diversidad, más sororidad y menos "Mr Wonderful" aunque sigan teniendo algunos mensajes mejorables y físicos imposibles. 

Si les apetece algo ligero y colorido, no se pierdan Katy Keene.




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